Bienvenidos

Hola ! Este blog ha sido creado para compartir toda la información y archivos del proyecto Ecobarrios que se realizo en Bogotá, Colombia entre los años 2001 y 2003.

Esta dedicado con mucho afecto a todos los Estudiantes, investigadores, promotores actuales de Ecobarrios en Colombia, México, Chile, Argentina y España, Ecoaldeanos y demás personas que nos han contactado y han valorado esta innovadora experiencia.

Estimamos que la información y documentos públicos puestos a disposición son de particular utilidad a los funcionarios de las alcaldías y ONG que deseen crear proyectos participativos de desarrollo social. Ecobarrios experimento una metodología de fondos de inversión por concurso en los que la comunidad es contratada por el gobierno para ejecutar proyectos en beneficio propio, empoderandose y convirtiendose en la feliz encargada de su propia transformación.

martes, 4 de septiembre de 2012



CARLOS ROJAS Y TATIANA OME
Ecobarrios en Bogotá, ¿cómo crear una comunidad ecológica?
Carlos Rojas
fue co-creador y coordinador
del proyecto Ecobarrios de Bogotá
Tatiana Ome
es investigadora de doctorado de la
Development Planning Unit (DPU) - UCL
sobre la experiencia de los Ecobarrios en Bogotá.

El proyecto Ecobarrios fue implementado en 180 barrios de la ciudad de Bogotá entre los años 2000 a 2003. Este proyecto, financiado por el Gobierno de la ciudad, propuso a los líderes comunitarios convertirse en agentes de un nuevo desarrollo, un desarrollo comunitario basado en la búsqueda de la armonía con la naturaleza que tuviera en cuenta simultánea y complementariamente las dimensiones ambiental, económica, social y espiritual. El discurso del Programa Ecobarrios es coherente con la propuesta de la red mundial de ecoaldeas y está inspirado en ella. Para entender este discurso es necesario profundizar en el significado de la ecología como la ciencia y el arte de las relaciones. Por tanto, un ecobarrio se definiría como una comunidad urbana de pequeña escala en la que las relaciones de los seres humanos con la naturaleza, los seres humanos entre sí y los seres humanos consigo mismos se basan en el cuidado, la profundización y la armonía.

La escala de barrio sugiere un trabajo de retorno a la comunidad inmediata, a la tribu y al universo de posibilidades de formas de vida urbana que pueden recuperar el sentido de familia amplia que cuida de un territorio y se conecta emocionalmente alrededor de un espacio de vida sobre el cual ejerce verdadera apropiación.
Crear ecobarrios es, en esta medida, una práctica ecológica profunda, que implica hacernos y sentirnos familia con nuestro entorno, y esto se refiere a la acción de toma de conciencia y descontaminación tanto de las relaciones materiales con la naturaleza, como de la interacción consciente con cada uno de los elementos y particularidades del territorio. Se refiere a la descontaminación de las relaciones emocionales y espirituales con todos los seres vivos que lo habitan, empezando por nuestros seres más queridos y por nosotros mismos.
Deseamos compartir nuestra experiencia y aprendizaje durante los últimos 7 años por lo que pretendemos ir mas allá de la descripción de la filosofía, la metodología y los logros del proyecto tal cual fue ejecutado desde el Gobierno. Algunos de los creadores y coordinadores del proyecto han continuado los propósitos originales en proyectos de vida que buscan construir nuevas formas de habitar el mundo y han adquirido conocimientos de mundos expertos en vida comunitaria: el mundo indígena y el mundo de las ecoaldeas. Pondremos de manifiesto, a modo de conclusión, qué cosas nos resultan hoy importantes para potencializar el proceso de creación de ecobarrios.

A partir del año 2003 y hasta 2010, después de que el Gobierno suspendiera el apoyo económico a los ecobarrios, Anamaría Aristizabal y Carlos Rojas, responsables de la conceptualización del proyecto, han profundizado en una experiencia de creación de comunidad con muchas otras personas en la ecoaldea Aldeafeliz cerca de Bogotá y participado en la creación de la Red Colombiana de Ecoaldeas y de la Red de Asentamientos Sustentables de las Americas. Por su parte el padre Leonel Narváez, conceptualizador y responsable del trabajo en la dimensión espiritual de los ecobarrios de Bogotá creó con personas entrenadas en este proceso la Fundación para la Reconciliación, premiada recientemente por Naciones Unidas, y la cual cuenta ahora con sede e impacto en numerosos países de Latinoamérica.

Recorrido histórico
El Proyecto Ecobarrios de Bogotá convocó a centenares de líderes barriales que asistieron a cursos de capacitación celebrados en las universidades durante los fines de semana para poder llevar a cabo posteriormente un ejercicio de planificación participativa en sus comunidades, del cual surgió en cada barrio un proyecto acorde a sus necesidades, diseñado participativamente y que se ejecutó en el plazo de un año con apoyo económico y asesores del Gobierno. El proyecto disfrutó de un gran aporte de trabajo y mano de obra de la comunidad. Un mérito importante de la metodología fue lograr que las comunidades identificaran sus necesidades bajo la óptica de un desarrollo humano y ecológico, que formularan un proyecto integrador, lo contrataran autónomamente como organización comunitaria, lo ejecutaran ellos mismos y lo evaluaran, en un ciclo de autogestión y empoderamiento que además demostró eficiencia económica y pulcritud en el manejo de recursos públicos. [1]
Cada comunidad planteó una estrategia para encontrar la sostenibilidad que haría posible continuar el proyecto de ecobarrio en el largo plazo cuando el apoyo del Gobierno se terminara.
Una investigación realizada por Carlos Rojas en el año 2003 demostró que los indicadores de incremento de capital social fueron positivos y que se logró una cobertura excepcional en capacitaciones en temas de convivencia, comunicaciones y microempresas en las comunidades (cerca de 15.000 personas). Un año después de terminada la ejecución del proyecto con fondos gubernamentales, un 30% de las comunidades habían encontrado formas de mantener en funcionamiento por sí mismas su iniciativa y un 70% habían terminado de ejecutar los recursos y supeditado la continuidad del proyecto a la entrada de nuevos líderes o recursos económicos.

Desde el 2009 Tatiana Ome ha venido realizando un sondeo que ha revelado que algunos barrios como Lombardía, la Supermanzana 12 (con el grupo musical y la biblioteca), Argelia (huertas urbanas y lombricultura), el Cerrito (terminación construcción parque), Villa Luz (terminación construcción salón comunal, día de los niños), Altos del Poblado (restaurante comunitario, grupo musical, plan maestro de recuperación ambiental), Tierra Linda (microempresa de construcción y terminación construcción salón comunal), Triangulo (escuela deportiva, capacitación deportiva), Rodrigo Lara Bonilla (microempresa de confecciones), Álvaro Bernal Segura (terminación construcción canchas de basketball) y Las Palmas (grupos de danza y música y terminación construcción parque), han continuado con su proyecto de ecobarrios hasta la fecha. Asimismo,  reveló que la capacitación en temas de productividad y convivencia rindió frutos concretos en la generación de empleo y ampliación de posibilidades económicas para muchas familias, uno de los temas más priorizados como necesidades de desarrollo por las propias comunidades
.
Concretamente, se ha encontrado que por ejemplo para el caso del barrio Lombardía[2] proyectos derivados del programa de ecobarrios como el de reciclaje (a nivel individual y comunitario), arborización, adoquinamiento de los parqueaderos, lo aprendido en las Escuelas del perdón y la Reconciliación (ESPERE), entre otras cosas, se han mantenido hasta la actualidad, convirtiéndose en prácticas cotidianas de la comunidad. Varios de los habitantes de este barrio explican que la continuidad de los mismos se ha logrado gracias al “fuerte y continuo trabajo” de la presidenta de la Junta de Acción Comunal (JAC) del barrio la señora Fanny Pina, quien tuvo su primer periodo entre 2001 y 2004 y retomo entre 2008 y 2012.

Así mismo, atribuyen la prolongación en el tiempo de dichos proyectos al impacto que estos tuvieron en sus vidas, transformándolas de manera positiva. En el ejercicio antropológico (etnográfico) que Tatiana Ome ha desarrollado hasta el momento, algunos miembros de la comunidad han manifestado que los proyectos desarrollados desde que se implementó ecobarrios les han ensenado a vivir en comunidad, a tener relaciones armoniosas y pacíficas con sus vecinos basadas en el dialogo, la confianza y el saber escuchar; a respetarse y amarse a sí mismos y a los demás; a tener seguridad, a sonar y vivir sin miedo; a respetar y cuidar el medio ambiente; a formular proyectos y gestionar recursos para su barrio, entre otras cosas.

Por otro lado, los habitantes de Lombardía también han hecho énfasis que gracias a los proyectos iniciados con ecobarrios posteriormente implementaron otros iniciativas como agricultura urbana y la elaboración de artesanías con materiales reciclados, que les permitieron seguir aportando al “cuidado del medio ambiente y de nuestro planeta que no solo es nuestro sino de nuestros hijos y los hijos de ellos”. Sin embargo, ellos también han resaltado que muchas veces la tarea no ha sido fácil ya que algunos miembros de la comunidad al no ser propietarios o simplemente al no estar interesados en estos temas no han apoyado dichas iniciativas. Lo cual tampoco ha hecho que la mayoría de ellos desistan, y por el contrario, los ha impulsado a seguir en la labor de tratar de “concientizar” a los demás, promulgando un mayor sentido de pertenencia con el barrio.

Tal vez sea importante resaltar que según el sondeo también se encontró que barrios como Los Alamos y el Lago, entre otros, no continuaron con el programa por los siguientes motivos expresados por sus habitantes: porque sin el apoyo económico del distrito no era mucho lo que se podía hacer; porque muchos de los que fueron los presidentes de las JAC en ese momento se fueron o cambiaron y muchos de los nuevos presidentes por asuntos como envidias no quisieron continuar con los proyectos de sus antecesores; y porque muchas de las personas que hicieron parte de ecobarrios se fueron. Lo interesante es que igual la mayoría de los habitantes guardan “bonitos” recuerdos del programa y siempre insisten en que les parecería muy bueno que se volviera a implementar.   

En el 2009, como resultado del diseño del proyecto de su doctorado, Tatiana Ome también encontró que en los barrios periféricos el concepto de ecobarrios estaba renaciendo con fuerza esta vez por iniciativa de líderes (como Héctor Álvarez) de las mismas comunidades. Es el caso de los barrios ubicados en los cerros orientales: Manantial, Corinto, Triangulo bajo y alto[3], quienes se unieron para implementar un Ecobarrio (ver imagen 1) y proponer al Gobierno que no los reubique, pues según el Gobierno se encuentran en zona de alto riesgo no mitigable y en área prohibida para la construcción por su carácter de protección ambiental.
Imagen 1. Entrada barrios Triangulo Bajo y Alto, Manantial y Corinto (Ome 2012)

Estas comunidades, apoyadas por el CINEP e investigadores cualificados y con recursos de cooperación internacional (Oxfam) han desarrollado estudios geológicos dando cuenta que no toda la zona está en alto riesgo no mitigable, por lo cual actualmente están promoviendo estrategias como los ecobarrios para reivindicar su derecho a residir en un lugar en el que llevan años de permanencia. Los líderes comunitarios plantean que la solución para la preservación de los cerros no es el desalojo sino la creación de comunidades sostenibles o “ecobarrios” en esas zonas que no implican riesgo para su supervivencia en el borde de la ciudad. Para de esta manera cuidar y preservar los cerros a través de la implementación de una alternativa al desarrollo desde la sostenibilidad, a la cual se comprometen con gran iniciativa. Hasta el momento, en medio de un proceso de desalojo y reasentamiento, han llevado a cabo campanas de reciclaje, huertas urbanas, la construcción de una eco-casa en el barrio Juan Rey, entre otras cosas.

Tal ha sido el trabajo de estos habitantes y sus líderes que lograron que los ecobarrios fueran incluidos como una meta del plan de Desarrollo de la ciudad 2012 – 2016 “Bogotá Humana”, como parte del objetivo: Un territorio que enfrenta la variabilidad climática y se organiza alrededor del agua.  Dicha meta tiene como fin implementar proyectos pilotos de ecobarrios en zonas habitadas por poblaciones vulnerables como las de los Cerros Orientales. Actualmente existe una mesa interinstitucional de ecobarrios que se encuentra desarrollando todo lo relacionado para la implementación de esta meta, buscando conectarla a la nueva política pública de construcción sostenible que espera aprobarse a finales de 2012.

Esta última experiencia y la proliferación de ecobarrios en Venezuela, promovidos actualmente por el Gobierno central, en Ciudad de México y Chile demuestra que los ecobarrios no son un invento ni una teoría utópica sino una necesidad que florece de forma simultánea en muchos países y que evidencia el camino a un inevitable cambio de paradigma de desarrollo. Son síntoma de la evolución de la conciencia humana hacia nuevas formas de habitar el mundo. Por esta razón, no nos consideramos promotores creativos de un cambio, sino medios por los cuales una necesidad social y cultural que tenemos todos los seres humanos se expresa y toma el lugar que le corresponde. Los seres humanos quizá estamos sintiendo la necesidad de volver a casa, de vivir en comunidad y en armonía con la naturaleza y los ecobarrios son una forma de poner de manifiesto que es posible ponerlo en práctica hoy en las ciudades.

La necesidad humana que demanda crear ecobarrios es la necesidad de dotar a la vida de significado y expresarlo a través de las relaciones en un territorio emocionalmente significativo. Los ecobarrios son un proyecto de resignificación del individuo y de la comunidad en el que se abre un espacio para ejercer el derecho a la confianza, la cooperación, la cercanía, la familiaridad, la ritualización y la conexión con el territorio y con todos los seres vivos; es también una oportunidad para reinterpretar la esencia espiritual o trascendente de los lugares y restablecer una relación ritual con el territorio. En la era prehispánica vivimos así y nuestros abuelos indígenas nos han demostrado tener importantes claves de convivencia y metodologías de comunicación de gran valor para las futuros ecoaldeas y ecobarrios en el mundo.
El mensaje de los abuelos es claro y coherente con lo que muestran las encuestas e investigaciones: la principal causa de fracaso de los proyectos comunitarios es el descuido de las relaciones humanas. Las relaciones difíciles entre los líderes de las comunidades destruyen cualquier iniciativa. Aunque todos los líderes y, para el caso, todas las personas son plenamente capaces de exponer sus buenas ideas e intenciones, nuestra cultura y educación ignoró de tal forma el cuidado del otro que ahora tenemos que reaprender a relacionarnos, sin importar nuestro nivel educativo ni condición socioeconómica, puesto que por ello es normal que practiquemos una comunicación insuficiente, que seamos sujetos y agentes de malas interpretaciones, que naveguemos en suposiciones que derivan en conflictos, que pronunciemos palabras a espaldas de las personas, que caigamos en esquemas de competencia y separación, falta de transparencia, juicio que deriva en palabras ofensivas y maltrato que deriva en desmotivación, queja y culpa. El malestar o tensión emocional en algún momento logra ser superior a la motivación de realizar un proyecto en comunidad y el líder que habita en cada persona se pierde.

Los abuelos indígenas nos han contado que Occidente olvidó dos de las formas de conocimiento más importantes para la vida comunitaria: el conocimiento silencioso y el conocimiento emocional. Occidente se conformó con desarrollar el conocimiento teórico y el conocimiento práctico y se quedó allí como un perro persiguiendo su cola hasta el punto de que no le resulta posible “entenderse” a sí mismo y cae frecuentemente en una actitud pesimista, ya que desde la razón no hay salida para los dilemas humanos. Las respuestas a los dilemas del éxito de cualquier proyecto comunitario, nos explican nuestros abuelos, no están en la razón ni en la inteligencia práctica, están en la inteligencia emocional y en el conocimiento silencioso, los cuales permiten la sanación de todas las relaciones (el arte de la ecología profunda).

El conocimiento emocional hace referencia a la habilidad de observar y entender las causas y consecuencias de nuestras propias emociones y el conocimiento silencioso se refiere a todas aquellas formas de conocimiento que no están mediadas por la palabra y que nos permiten tener información significativa, energía y pegamento invisible para unir y fortalecer una comunidad. El papel del arte, el ritual, la danza, el rezo, la meditación, la preparación colectiva de alimentos, la siembra colectiva de semillas, el cuidado de plantas y animales, la música, la celebración y la estética es fundamental para tejer una gran familia y a esta con el territorio. En este sentido una huerta urbana puede llegar a tener igual o más valor como alimento inmaterial, escenario de desarrollo del conocimiento emocional y silencioso que como alternativa de alimentación material.

Hace unos pocos días nos reunimos con Leonel Narváez, creador de la premiada Fundación para la Reconciliación, y haciendo un recuento sobre los aprendizajes más importantes de los últimos 10 años llegamos a un sorprendente y sencillo entendimiento que resumía nuestras experiencias en una frase: el primer paso es limpiar la palabra (eliminar todo aquello que es innecesario decir: las generalizaciones, el control sobre los demás y los juicios); el segundo paso es limpiar la mente (una vez he dejado de enjuiciar a los demás y al mundo con mis palabras hago el trabajo de no hacerlo tampoco mentalmente. Mente limpia es aquella que ve al otro como a un igual y que es capaz de ponerse en los zapatos del otro) y el tercer paso limpiar el corazón (un estado de identidad y unidad con el otro; siento al otro como un igual, creo el lazo fundamental y profundo y las palabras fluyen con autenticidad). De alguna forma su trabajo con cientos de personas desmovilizadas del proceso de paz en Colombia y nuestro trabajo de tejido y creación de una ecoaldea han llegado a un mismo aprendizaje. A partir de un trabajo consciente y totalmente personal de limpieza el resto se da con facilidad; el ser humano es el terreno sobre el que se siembra el ideal integrador de los ecobarrios y los aspectos materiales necesariamente “florecen” en este terreno fértil una vez esta listo.
De esta experiencia deducimos que la creación de ecobarrios y comunidades alternativas es un emprendimiento ético y holístico de retorno a fuentes más profundas de bienestar y satisfacción humana, son el nombre del retorno a la tribu y al territorio y que en este camino el trabajo más importante para poder lograr todo lo que se desea es la sanación de las relaciones humanas.

Un gran ecologista, naturalista o científico puede estar encerrado en la academia o en su trabajo cultivando un gran ego mientras abandona psicológicamente a sus hijos y sin saberlo esta sembrando la semilla de la destrucción del planeta. Por esto el trabajo de reforestación de corazones es tan importante como el de reforestación de terrenos. Los abuelos tienen metodologías, las ecoaldeas las tienen también y algunas ramas de la psicología y la espiritualidad han desarrollado herramientas valiosas que pueden ayudar a todo este desarrollo. El profesor Habermas explica cómo mientras el ser humano avanzó abrumadoramente en desarrollar la tecnología científica se olvidó de la tecnología social, el conocimiento y el arte de las relaciones, y propone que para que el ser humano pueda “controlar” o al menos saber cómo manejar tan alta tecnología material es necesario que evolucione en su tecnología social.

Mencionaremos algunas de las “altas” tecnologías sociales para la creación de comunidades según nuestra experiencia, y dejaremos al lector la tarea de investigar más a fondo en cada una de ellas.
1.      El consenso. Es el arte de tomar decisiones de forma que todas las personas y sus criterios son considerados como igualmente sagrados y valiosos.
2.      El mambeo. Es el arte de la palabra dulce, arte de descontaminación de la palabra, el pensamiento y el corazón, los indígenas Colombianos son maestros de este arte.
3.      El pagamento. Es el arte del agradecimiento permanente por la vida y su expresión en rituales en los que se “paga” espiritualmente por los beneficios que recibimos o por el “derecho” a tomar recursos de la naturaleza.
4.      La minga. Es el trabajo de toda la comunidad unida ocasionalmente con un propósito, sea construir una casa o hacer una huerta, la convocatoria a minga es una fiesta de unidad y participamos todos, iniciando con un rezo y culminando con un circulo de palabra o mambeo.
5.      El circulo de la palabra. Es un escenario para expresar lo que pensamos y sentimos con total transparencia, es un lugar de intimidad y protección en el que todas las personas de la comunidad sostienen a los demás escuchando sin respuesta y en aceptación.
6.      Rituales comunitarios de unidad y sanación. Cuando hay dificultades en una relación se llama a un círculo. En esta categoría caben desde los círculos de sanación hasta las celebraciones y los “foros” que son espacios que arrojan luz sobre las situaciones que parecieran difíciles.

¿Quieres promover ecobarrios? Te sugerimos una danza de cuatro pasos: 1. Asume tu propia formación y reeducación. 2. Encuentra y conoce un territorio en el que estés dispuesto a vivir durante un largo plazo y establece una relación íntima con los seres visibles e invisibles que habitan y cuidan este territorio. 3. Encuentra y acompaña a los líderes auténticos del territorio: quienes están en servicio permanente aun sin hablar demasiado. 4. Céntrate en el cuidado de las relaciones con las personas y con el territorio sin olvidar que estas tejiendo con ellos lazos invisibles que sostienen todo lo que deseas crear en el mundo material. Los paneles solares, las viviendas ecológicas, las huertas orgánicas y los espacios comunitarios pueden ser creados al tiempo y son necesarios pero nunca serán más importantes. Llegarán sin esfuerzo si te centras en las relaciones pues serán la consecuencia y la piel de un organismo vivo y fuerte cuyo corazón late con profundidad.


[1] Remitimos a quienes deseen profundizar en los aspectos técnicos concretos de la ejecución del proyecto Ecobarrios de Bogotá a la lectura del articulo «Ecobarrios» publicado en internet en www.revsita-ambiente.com.ar. En el presente texto ofrecemos una recorrido rápida a la historia y abordaremos directamente las reflexiones que nacen en el presente sobre lo que pareciera tomar relevancia hoy día.

[2] Barrio de la Localidad de Suba en Bogotá y uno de los estudios de caso de la tesis doctoral de Tatiana Ome, antropóloga y estudiante de segundo año de doctorado de la Development Planning Unit (DPU) – University College London (UCL).
[3] Los cuales también hacen parte de los estudios de caso a analizar en la tesis doctoral de Tatiana Ome. Es importante resaltar que el barrio Corinto ya fue todo reasentado. 

sábado, 5 de mayo de 2012

Bienvenidos todos a compartir documentos e información sobre los diversos proyectos de ecobarrios en Latinoamerica, abrazos, CARLoS.